Los 7 pecados capitales de la

señalización


Los expertos afirman que la señalización es clave en la seguridad vial. De su claridad, situación y visibilidad depende que se eviten accidentes. No siempre la señalización cumple con su objetivo, entre otras razones por falta de una normativa clara que regule la frecuencia y de un criterio único entre administraciones. De esto se desprende que la señalización también tiene sus siete pecados capitales.

Rodar X sabe muy bien que los usuarios de la red vial son los que pueden detectar con más facilidad estas faltas. Por este motivo, ponemos en marcha la campaña Rodar X la vida, dirigida a todas las personas, con el objetivo que nos hagan llegar todas las posibles deficiencias viales a consecuencia de una señalización incorrecta.
Nosotros trataremos de estudiar cada caso y lo traspasaremos a la administración competente para solucionar el problema. 

Frecuencia
Estos pecados no tienen un equivalente tan contundente como los pecados bíblicos, pero no por esto dejan de ser importantes. El primer pecado es la falta de una normativa que regule la frecuencia de la señalización, es decir, cada cuanto se ha de repetir una señal o aviso. Esto hace que, por ejemplo, la distancia entre los diferentes indicativos kilométricos de una carretera no responda a un criterio prefijado y objetivo, sino a una arbitrariedad que casi siempre tiene poca lógica.
Nadie entiende, y este seria el segundo pecado capital, que los criterios sobre señalización sean tan diferentes dependiendo de la administración titular de la vía. El usuario de carreteras y autopistas no tiene porque partir los desacuerdos institucionales.
Seria de sentido común que el conductor que circula por una autopista de la Nación encontrase después de enlazar con una vía de cualquier Provincia, por ejemplo los mismos criterios indicativos.
El tercer pecado capital se refiere a la racionalidad, bajo la premisa que de señalización poca, pero que se vea. En este sentido, Rodar X tiene el convencimiento que no es necesario señalizarlo todo, sino que es más racional establecer unas prioridades.
Es frecuente observar en algunos puntos de las carreteras exceso de indicaciones en poco espacio que solo contribuye a crear confusión.

Exceso de rigor
El pecado anterior es consecuencia muchas veces de un exceso de rigor por parte de los técnicos. Los responsables de la señalización, impulsados por el deseo de no cometer ningún error caen en una demasiada señalización. Y aquí volvemos al primer pecado. Con una reglamentación clara en este aspecto, ninguno no tendría dudas.
La falta de mantenimiento de la señalización es el quinto pecado capital. Resulta evidente una cierta desidia a la hora de garantizar la conservación de los elementos indicativos. De poco sirve un sistema de señales de tránsito en mal estado o medio borrado o roto. Otro pecado preocupante, el sexto, es la mala señalización de las obras. No se anuncian con demasiada antelación, y el conductor no tiene demasiado tiempo para predecir las acciones que ha de tomar delante de una incidencia.

Normalización lingüística
Por último, el séptimo pecado capital es el idiomático. La señalización ha de respetar una normalización lingüística que permita, dentro del territorio Argentino, mantener una unidad idiomática, en este caso en castellano, y asegure al mismo tiempo la presencia de las diferentes lenguas en el Mercosur. Por ejemplo: el portugués