Alcoholismo
                                                          EL ALCOHOLISMO  

 

"PREJUICIOS QUE EN NUESTRO PAIS INDUCEN A LA INGESTION DE BEBIDAS ALCOHOLICAS"

(Tomar alcohol es signo de hombría)

Es frecuente el espectáculo de algún grupo de adolescentes en torno a una mesa atestada de botellas de cerveza, que ocultan cuidadosamente la náusea o el vómito para evitar el epíteto de "poco hombre". Fácil es mostrar cuán inconsciente es la creencia en verdad. En verdad, es el individuo poco hombre, débil, enfermo, temeroso, cobarde, frustrado, que necesita beber para estimular sus energías y sentirse fuerte.

El alcohol aumenta la capacidad del trabajo físico

Prejuicio éste, difundido entre los obreros. Es cierto que tras la ingestión sobreviene un corto período de excitación, pero rápidamente también ocurre la fatiga. En íntima relación con el anterior, está el prejuicio común del futbolista, atleta o gimnasta: "CIERTA INGESTION DE LICOR AUMENTA LA AGILIDAD Y POTENCIA DE MOVIMIENTOS". El error es obvio; está probado que el licor altera la coordinación y finura de los movimientos.

El licor combate el frío

Ilusoria opinión es ésta; fundada en la dilatación de los capilares de la piel. En realidad, esta afluencia de sangre aumenta la pérdida de calor por irradiación, fenómeno que se tornará más intenso cuanto más frío sea el ambiente.

El alcohol es alimento

Es cierto que el alcohol que se quema en el organismo proporciona calorías, pero ningún higienista considera esta sustancia un auténtico alimento, dados sus efectos tóxicos y la carencia de elementos esenciales para formar nuevas células.

La cerveza y el vino estimulan la secreción de las glándulas mamarias

Sabemos que el líquido para aumentar la producción láctea y robustecer a la madre, es precisamente la leche.

El alcohol favorece la digestión

Pequeñas dosis excitan la secreción del jugo gástrico, pero no en mayor proporción ni con mayor eficacia que los alimentos. Una concentración Una concentración de 5 a 10% de alcohol retrasa la digestión y si es mayor producirá irritación de la mucosa.

El alcohol aumenta la cantidad y la calidad del trabajo intelectual

La verdad es que entorpece el juicio y principalmente el orden moral, consecuencia grave dada la función judicativa de actividad medular del razonamiento y la inteligencia. Debilita la atención, aumentando los errores perceptivos y alargando los tiempos de reacción. Por último, en la memoria disminuye la capacidad de fijar y evocar los recuerdos.

La ingestión de alcohol fortalece la voluntad

Estructura compleja de alta jerarquía, la voluntad actúa siempre que el individuo perplejo ante dos o más deseos, se decide por el de mayor importancia social. No ocurre así en el alcohólico, incapacitado para sobreponerse a la apetencia que lo domina o para dar preferencia a las valoraciones ético sociales.

El alcohol es fuente de alegría

La intoxicación alcohólica produce una inicial acción euforizante y libera las emociones inherentes al temperamento, imprimiendo a cada bebedor un matiz peculiar.

El licor aumenta la amistad

La verdad suele ser muy distinta. El aflojamiento de las inhibiciones y el debilitamiento del juicio (que sigue a una ingestión excesiva) despiertan violencia, resentimiento, desconfianza, envidia, etc., sobreviniendo disputas y agresiones. La intoxicación alcohólica debilita y destruye con frecuencia los rasgos más nobles del carácter social. Estos prejuicios y otros considerados como contenidos programáticos, deberán ser seleccionados, graduados y correlacionados a criterio del maestro, quien necesitará para esto auscultar las condiciones socio-culturales que conforman el ambiente escolar.

Efectos en la conducta

"Farmacológicamente el alcohol puede clasificarse como un anestésico y también como un narcótico. En pequeñas dosis tiene efecto calmante o sedante, en dosis mayores efecto analgésico o calmante del dolor, y en dosis aún mayores, efecto hipnótico narcótico o soporífero.

Los efectos del alcohol sobre el cerebro y las células nerviosas y, por consiguiente, en la conducta humana, son similares a los del cloroformo o el éter. En pequeñas cantidades el alcohol es un depresivo suave y en cantidades mayores un anestésico. La acción intoxicante del alcohol afecta primero el cerebro ya que el cerebro es sumamente sensitivo aún a muy pequeñas concentraciones de alcohol. Una concentración suficientemente alta crea un medio en las células cerebrales y alrededor de ellas que perturba su funcionamiento normal. Los disturbios resultantes se perciben a través de la actividad de los órganos controlados por el cerebro, no en los tejidos del cuerpo propiamente dichos. Por ejemplo, la marcha vacilante y el habla confusa del ebrio es resultado indirecto de la acción del alcohol en el sistema nervioso. El alcohol, en las concentraciones presentes en la sangre, no causa daños físicos al cerebro: las células no se destruyen, disuelven, no se perjudican o deshidratan, aunque se beba una gran cantidad de alcohol".

"El alcohol actúa como un anestésico tan pronto como es llevado por el torrente sanguíneo hasta el cerebro. A partir de este momento, la persona se ve afectada ya que el alcohol comienza a ejercer su efecto represor del sistema nervioso central. El grado en que esa persona se ve afectada depende de la concentración de alcohol en su sangre. Por consiguiente, un factor que determina el efecto del alcohol es el peso de la persona. Unos 30 cc (b) de alcohol distribuidos en el cuerpo de una persona de 45 kg (c) dará como resultado una concentración sanguínea de alcohol de 0, 06%. Dicho de otro modo, el 0, 06% de su sangre es alcohol. Llamamos a esto, nivel sanguíneo de alcohol. La misma cantidad de alcohol en una persona de 90 kg (d) dará como resultado un nivel sanguíneo de alcohol de 0, 03% debido a que tal persona tiene cerca del doble de líquidos orgánicos con que diluir esos 30 cc de alcohol. Esto quiere decir que la persona de 90 kg habrá de consumir 60 cc (e) de alcohol para conseguir el mismo efecto que la persona de 45 kg alcanza con 30 cc.

Otro asunto importante que hay que considerar es que el grado en que una persona se ve afectada no siempre se refleja en su conducta. En su aspecto externo, las personas reaccionan al alcohol de distinta manera. Algunos se dejan ir, por así decirlo, después de 1 ó 2 tragos, en tanto que otros, o la misma persona, a veces pueden consumir cantidades mayores sin que los efectos se noten. Esto se debe a que una persona puede aprender a dominar las manifestaciones de su conducta después de beber, si prepara su mente para ello. Esto es un interesante fenómeno conocido como tolerancia psicológica, de la cual se hablará luego. Lo que queremos hacer notar por ahora es que no hay manera de asegurar por las manifestaciones de la conducta de una persona, cuánto alcohol ha bebido o qué grado de anestesia a llegado a su cerebro. Una de las peculiaridades del alcohol, como de cualquier otro anestésico, es que no todos los centros nerviosos del cerebro que ven afectados a un mismo nivel sanguíneo de alcohol. Algunos centros nerviosos son más resistentes que otros. Los que regulan los procesos involuntarios tales como la respiración, son los últimos que se afectan. Los primeros que se afectan son aquellos centros que controlan funciones superiores aprendidas. Entre ellas las inhibiciones y el juicio.

Inhibiciones

Las inhibiciones son restricciones que el ser humano desarrolla. No hemos nacido con ellas... Las aprendemos para decir o hacer o no decir o hacer ciertas cosas debido a que nos importa lo que nuestros padres o nuestros amigos piensen de nosotros. También aprendemos que hay cosas que no decimos o hacemos porque son injustas. Con el tiempo, o por medio de la práctica de tales restricciones una y otra vez por años, terminan por ser parte normal y establecida de nuestra conducta. Cuanto más fijas se hagan esas inhibiciones, más automáticas son y menos se ven afectadas por el alcohol. Cuanto más joven es una persona, menos fijas se encuentran esas inhibiciones y más rápidamente se liberan por el alcohol.

No todas las personas se reprimen de igual forma; ni todos aceptan siempre tales restricciones. Puede ser que estén excesivamente pendientes de lo que otros piensen o digan de ellos hasta el punto de que se sientan incómodos en presencia de otros; o quizá sean incapaces de hacer cosas que le gustaría hacer. En el caso de tales personas, el alcohol tiene un efecto agradable. Alejadas sus inhibiciones, comienza a no importarles lo que otros piensen de ellos. Se sienten más a gusto, hablan con más libertad, se vuelven más activos. Dan la impresión de estar estimulados a causa de que los frenos han desaparecido... Por esta razón, hay muchos que piensan que el alcohol tiene un efecto beneficioso en una reunión social. Hace que la gente se "afloje" la hace más amistosa y que se sienta bien en presencia de otros, más tolerante, menos criticona de sí misma y de los demás".

"El hombre normal bebe para avivar el placer y el entusiasmo, para intensificarse, para relacionarse con la gente, para comunicarse, para experimentar gozo, para soltarse, para ser sociable... De modo que, al parecer, el atractivo del alcohol no está en el ansia de beberlo ni en su sabor. Lo que hace es relajarlo a usted; lo libra por un rato de su regañona conciencia y lo ayuda a ver el mundo en forma más optimista; le aviva su placer y lo hace sentirse bien...".

Control muscular

"Puesto que todos los movimientos voluntarios son regulados por el cerebro; cualquier alteración en la eficiencia cerebral se refleja en la coordinación muscular. No hay ninguna prueba de que el alcohol en cualquier cantidad, poca o mucha, aumenta la eficiencia muscular... Es importante entender cuatro hechos independientes acerca de los efectos de pequeñas cantidades de alcohol en tareas que implican destrezas motoras o manuales, así como en el juicio y la discriminación. Primero, el efecto depresivo en la buena ejecución de destreza es más complicada. Por ejemplo, la habilidad para conducir un automóvil se afecta mucho más que la habilidad para abrir una puerta... Segundo, el efecto depresivo en una tarea compleja pero familiar usualmente es menor que en una más simple pero desacostumbrada... Tercero, cualquiera que sea el efecto que se dé, con frecuencia es menos depresivo para personas acostumbradas a beber que para aquellas no acostumbradas... Cuarto, el grado en que la eficiencia se reduce tiene alguna relación con la capacidad de autodominio que el individuo posee, así como la cantidad de alcohol en su cerebro. El hombre que tiene mucho más autodominio es capaz de conservar buena parte de él después de uno o dos tragos...

Lo fundamental es que el alcohol (aumenta o) crea una sensación de bienestar que el hombre común (puede llevar)... a la presunción, a un ego elevado y a un gusto por correr riesgos. En el individuo tenso o ansioso, no obstante, el alcohol puede sencillamente aumentar la confianza a un nivel normal. Esto explica por qué en algunos casos la actividad social y ocupacional puede parecer mejorada después de beber".

Efectos progresivos del alcohol en la conducta

"La depresión de los centros nerviosos que regulan las inhibiciones y la de los centros del juicio, comienza ligeramente cuando el nivel sanguíneo del alcohol llega a 0, 02%, que para una persona de peso promedio requiere la ingestión de unos 15 cc de alcohol (a). Esta es la cantidad que tiene comúnmente una cerveza, un trago de whisky o un vaso de vino.

Cuanto más alcohol entra en la sangre de una persona, no sólo se produce la depresión paulatina de estas funciones, sino que también se afectan su coordinación y su capacidad de reacción. Un nivel sanguíneo de alcohol de 0, 04% comienza a producir una sensación de relajación, una mengua en la ejecución de destrezas complejas y una disminución en la capacidad para responder y desempeñarse. En este estado, una persona puede considerarse mejor dispuesta y hasta más capaz que lo usual, aún cuando se ha producido una desmejora en su tiempo de reacción, su juicio y su capacidad de responder a los imprevistos. De este modo, mientras su capacidad real de desempeñarse disminuye, aumenta su confianza en tal capacidad... a medida que el nivel sanguíneo de alcohol llega a 0, 10% el bebedor promedio se percata de que su audición, habla y visión se afectan. Esto requiere unos cinco tragos, cada uno con un contenido de unos 15 cc (b) de alcohol /5 veces 0,02%=0,10%).

Después de unos ocho tragos de 15 cc (de alcohol en cada uno) el nivel sanguíneo de alcohol de la persona promedio habrá alcanzado 0,16% (8 veces 0,02%) y a esta altura tendrá dificultad para caminar o estar de pie.

Con un nivel sanguíneo de alcohol de 0,40% la persona promedio perderá la conciencia. Tienen unos 300 cc (c) (20 veces 0,02%=0,40%) de alcohol en los tejidos de su cuerpo. Sus facultades están paralizadas a excepción de las funciones involuntarias de respiración y pulsaciones del corazón. Afortunadamente, ya no está en condiciones de seguir bebiendo. Permanecerá en coma hasta que el organismo haya eliminado suficiente cantidad de alcohol como para que los centros nerviosos que regulan la conciencia comiencen de nuevo a funcionar. Esto es lo que comúnmente se llama "dormir la mona", que más de un borracho ha pasado en la celda.

Pocas personas se dan cuenta que un bebedor (en coma) está en peligro de muerte. Que muchos mueren en estado de coma por una de dos razones. Supóngase que el bebedor en el momento de perder la conciencia tiene unos 90 cc (d) de alcohol sin absorber en su estómago. La absorción, que continua aunque la persona esté inconsciente, puede elevar el nivel sanguíneo de alcohol hasta el punto fatal 0,50% a 0,60% (26 X 0,02%=0,52%). Esto es suficiente para paralizar su respiración.

Una segunda (y más posible) razón de muerte en estado de coma es el vómito, que puede ocasionar un choque a la persona inconsciente. Por estos motivos, a un bebedor en coma nunca debería dejársele sin atención, como sucede con frecuencia en la celda, la habitación o el automóvil. Necesita atención médica en un hospital.

Los efectos progresivos que hemos discutido están basados en una persona de peso promedio (unos 68 kg) (e). Para una persona de 45 kg (f) la cantidad de alcohol necesaria para que se produzcan tales alteraciones es considerablemente menor".

Concentración alcohólica en el organismo o alcoholemia

La concentración sanguínea de alcohol, nivel sanguíneo de alcohol o alcoholemia, se determina por uno o dos sistemas. Puede expresarse en porcentaje de alcohol en 100 centímetros cúbicos de sangre. Para convertir el porcentaje de alcohol en 100 cc de sangre o miligramos de alcohol en 100 cc de sangre se multiplica por 1000; para convertir miligramos de alcohol en 100 cc de sangre a porcentaje de alcohol en 100 cc de sangre, se divide por 1000. Así, un nivel sanguíneo de alcohol de 0,12% es lo mismo que una alcoholemia de 120 miligramos.

Aunque la cantidad de alcohol en las bebidas alcohólicas varía de 4 a 50%, la proporción de alcohol sanguíneo no llega más allá de un 0,5% a lo sumo. La razón es que la mayor parte de las bebidas se diluyen con hielo, jugos de frutas y otras bebidas livianas. El aumento de los jugos estomacales reduce a un 10% o menos, el contenido alcohólico aunque se tome licor puro con 50% de alcohol.

Conforme se produce la absorción del alcohol en el organismo, ése se disuelve más en la sangre y en otros líquidos corporales.

Se ha notado que las reacciones varían mucho en los individuos que toman bebidas alcohólicas. Esto se debe a que los efectos dependen de varias condiciones, tales como la edad, el grado de madurez emocional o la experiencia con la bebida, la salud, la disposición anímica y la actitud hacia las bebidas. No obstante, en cierto grado estos efectos pueden medirse en forma científica.

Varias experiencias han demostrado con claridad que en algunos sujetos pueden presentarse síntomas de embriaguez, aún cuando el nivel sanguíneo de alcohol sea bajo. En general, la relación entre el nivel sanguíneo de alcohol y los efectos es variable, dependiendo de la mayor o menor susceptibilidad del individuo al alcohol.

Facturas que influyen en la conducta de quienes beben

He aquí unos pocos ejemplos de la influencia que pueden tener los factores psicológicos en una persona cuando bebe.

La circunstancia

A menudo regulamos sin pensar nuestra conducta cuando bebemos, dependiendo de dónde estemos y con quién. Un hombre joven de negocios, que cena con un amigo, puede sentirse ligeramente alegre después de un trago. Pero cuando cena con su jefe la noche siguiente, un trago parece no afectarle del todo; ejerce un mayor dominio de su conducta.

Su estado de ánimo

Las emociones de una persona pueden afectar su manera de beber. Cuando se siente a gusto, cómoda, puede dejar de beber tan pronto como siente el efecto relajante de un trago. Pero en otra ocasión, estando tensa o irritada, puede sentirse impulsada a seguir bebiendo hasta que su mente deja de preocuparse de sus problemas. Los motivos por los que una persona bebe pueden también, de hecho, afectar sus reacciones al alcohol. Uno que bebe como excusa para hacer alboroto puede inconsciente exagerar el efecto que el alcohol ejerce sobre él. Y uno que se jacta de aguantar mucho a beber puede lograr, al comienzo, ocultar los efectos del alcohol, hasta que bebe tanto que se encuentra con que está ebrio.

Sus actitudes

La manera como una persona piensa acerca del uso del alcohol depende mucho de las actitudes que adquiera durante su desarrollo. Por ejemplo, sus padres sirven a veces unos tragos cuando llegan de repente amigos, puede ver la bebida como algo ocasional, unido a una actividad social, y cuyo uso debe ser moderado. En cambio, uno que oye a sus padres decir que "necesitan un trago" cuando tienen problemas, puede comenzar a ver la bebida como algo necesario siempre que enfrente un problema serio.

Su experiencia en la bebida

La persona acostumbrada al alcohol percibe claramente cuando éste comienza a desmejorar su juicio y coordinación. Ciertas reacciones le advierten cuándo debe parar de tomar, y ha aprendido también algunos modos de regular su conducta.

El bebedor inexperto carece de una clara noción de cómo reacciona él al alcohol y tampoco ha aprendido a manejar sus reacciones. En efecto, puesto que espera que el alcohol se le suba a la cabeza, puede adrede dominarse menos. Por otro lado, no sabe cuándo parar y así probablemente beba más de lo que pueda aguantar".

"Desarrollo de tolerancia al alcohol"

Hay muchos que creen que un bebedor puede con la práctica, desarrollar tolerancia o resistencia al alcohol, de modo que no se verá afectado tanto por la bebida como el bebedor bisoño. Señalan el hecho de que los bebedores experimentados desarrollan la capacidad de "aguantar mucho a beber" sin manifestaciones visibles de los efectos del alcohol. Ya que existen muchos conceptos equivocados en torno a esto, es necesario que examinemos más detalladamente qué es lo que se entiende realmente por tolerancia. Hay dos clases de tolerancia, que externamente parecen lo mismo, pero que son de hecho muy diferentes.

Tolerancia histológica

Hay pruebas de que la ingestión dilatada y diaria de alcohol (es decir, tomar grandes cantidades todos los días) es capaz de desarrollar un cierto grado de lo que se denomina resistencia histológica. Los centros nerviosos, en un desesperado intento por mantener el equilibrio del funcionamiento orgánico tratan de restablecerse de los efectos depresivos de la droga. Cuanto más tratan de restablecerse, mayor cantidad de alcohol se debe consumir para lograr el mismo efecto. De este modo, una persona puede desarrollar, hasta cierto punto, una resistencia en su sistema nervioso que lo capacita para compensar el efecto depresivo del alcohol. En este sentido, podrá manejar mejor sus facultades que un bebedor novato con el mismo nivel sanguíneo de alcohol. En todo caso, tal tolerancia histológica se desarrolla sólo como desarrolla sólo como resultado de una bebida dilatada y diaria en cantidad mayor que lo normal. El bebedor promedio no desarrolla tal tolerancia en grado significativo.

Tolerancia psicológica

Hay otro tipo de tolerancia que todos los bebedores pueden desarrollar. Se denomina tolerancia psicológica. Es un aprendizaje, no un cambio en el funcionamiento de los centros nerviosos como sucede en la tolerancia Istológica. El bebedor aprende a compensar los efectos del alcohol de manera muy parecida a como un marino aprende a caminar por la cubierta de un barco en movimiento. Ha aprendido cómo proceder, tanto que si las circunstancias lo requiere, regula su conducta y su desempeño en conformidad con la ocasión. Haciendo esfuerzo puede caminar en línea recta, aún cuando su nivel sanguíneo de alcohol ha alcanzado tal punto que su coordinación está seriamente desmejorada. Aún cuando ya no ve bien, rara vez tropieza con un objeto, debido a que ha aprendido a tener la precaución de alargar la mano al frente. Es esta tolerancia psicológica lo que hace pensar equivocadamente a la gente que un bebedor no está embriagado cuando en realidad sí lo está.

Así se explica también por qué la simple observación no basta para determinar al grado en que el alcohol ha afectado las facultades de un bebedor. El hecho de que luzca y actúe como si no estuviese ebrio, no significa que se pueda desempeñar más hábilmente que el bebedor bisoño que se muestra embriagado.

Consecuencias del abuso del alcohol

Accidentes de tránsito

"Algunos conductores afirman que saben guiar mejor después de haberse tomado dos o tres copitas. Pero se ha comprobado que esto es una manifiesta tontería. Unicamente creen poder guiar mejor porque el alcohol elimina el entendimiento y paraliza la autocrítica, por cuya razón al que está un poco alegre, le parecen muy chistosas aún sus propias chispas de humor".

Recientemente se hizo una experiencia en Toronto, Canadá. Allí se examinó rigurosamente a 919 conductores que se habían visto enredados en graves accidentes de tráfico de whisky" así rezan las más recientes disposiciones de tráfico de Nueva Zelandia y se determinó con toda minuciosidad el tanto de culpa atribuible a defectos de mecanismo y peligrosidad de los lugares y el correspondiente a la conducción defectuosa. En efecto se pudo comprobar, que un 0,03% de alcohol en la sangre era suficiente para producir los accidentes de circulación lo que equivale a un solo vaso de cerveza o a una copita de licor. ¿Cómo consigue el alcohol este efecto?

  • El alcohol retarda las reacciones. "Después de un gran vaso de whisky", así rezan las más recientes disposiciones del tráfico en Nueva Zelandia, "necesita el hombre medio un 15% más del tiempo normal para frenar el coche o dar una vuelta al volante en el momento crítico".
  • El alcohol acentúa la presunción. La citada disposición del tráfico observa acertadamente: "La más mínima cantidad de alcohol, causa en le conductor un doble efecto: empeora su manera de conducir y le hace ver que lleva mejor el coche".
  • El alcohol debilita la claridad de juicio. En pruebas efectuadas por el Instituto Sicológico Laboral de Londres, un conductor pasó la pista de examen después de haber bebido dos vasos de whisky, más rápidamente que antes de tomarlos, pero se empeñó en afirmar que lo había efectuado más lentamente.
  • El alcohol reduce la capacidad de concentración. Bajo los efectos alcohólicos el conductor se vuelve más hablador y se deja distraer con más facilidad.
  • El alcohol afecta la potencia visual. En pruebas de laboratorio efectuadas por el Dr. Golberg, éste ha demostrado que la bebida moderada reduce la capacidad visual en 32%. Lo explica así: "Después de tomar alcohol, el conductor ve tan mal como lo haría en las sombras del atardecer o en la oscuridad a través de unas gafas de sol; para apreciar y reconocer los detalles necesita más luz que de ordinario y las cosas débilmente iluminadas escapan totalmente a su visión; si quedas deslumbrado por una fuerte luz, tarda más que de costumbre en volver a ver con claridad". Un oculista británico comprobó que el interesado no tiene la capacidad usual de ver objetos que surgen lateralmente sin mover los ojos, por ejemplo un vehículo que sale por una calle lateral o el peatón que de repente cruza el arroyo.
El peligro en el tráfico crea el bebedor moderado, no puede ser eliminado simplemente por unas nuevas disposiciones. Las actuales ni siquiera consiguen que el bebedor empedernido se abstenga de llevar el coche en tal estado. Y tampoco se consigue nada con aquel bonito aforismo de la circulación que reza: "No bebas si conduces- no conduzcas cuando bebes".

 

UN TRAGO DE 4.000 MUERTOS

J. Ignacio Rodríguez. Infografía: DLirios. Fotos: M. González

Entre el 40 y 80 por 100 de los fallecidos en accidente de circulación había bebido.

La implicación del alcohol en los accidentes de circulación en nuestro país es muy alta: entre cuatro y ocho de cada diez fallecidos presentan alcoholemias superiores a 0,5 grs/l. de sangre. Una tragedia de 4.000 vidas cada año que se pretende atajar rebajando significativamente las tasas de alcoholemia permitidas y divulgando entre la población conductora los límites, riesgos y alteraciones que provoca la bebida.

 
 

Conductores en general: "Bastan dos whiskies o tres copas de vino, en un adulto de peso medio, para alcanzar el 0,5. Ten en cuenta que el efecto del alcohol puede ser muy superior si se mezcla con medicamentos u otras sustancias. Pasarse del límite puede significar fuertes multas, la suspensión del permiso de conducir, condenas con privación de libertad, o que no vivas para contarlo".

 

Principiantes: "La mayoría de los accidentes graves en jóvenes de menos de 24 años se produce en fin de semana y en trayectos cortos. La primera causa es el alcohol y, en muchos casos, la falta de experiencia al volante. Por eso baja a 0,3 grs/litro el nivel de alcohol en sangre permitido para conductores con menos de dos años de experiencia. Basta un 'vaso' o una lata de cerveza en un adulto de peso medio para alcanzar este nuevo límite".

 

Profesionales: "Si los efectos del alcohol sobre la conducción son graves, lo son aún más en el caso de los conductores profesionales por su mayor responsabilidad. Por eso baja a 0,3 grs/litro el nivel permitido para los profesionales del volante de todas las categorías. Dos copas de vino o una copa de brandy en un adulto de peso medio son suficiente para alcanzar esta nueva tasa".

Si al hombre se le atribuye la responsabilidad directa en más de las tres cuartas partes de los accidentes, el consumo de alcohol es, sin duda, el factor de riesgo más importante. En España, el consumo de alcohol entre los conductores no difiere sustancialmente de la población general. Aunque en los últimos años se ha constatado una disminución notable del consumo de alcohol en el sur de Europa, en 1995, nuestro país ocupaba el quinto lugar, con un consumo de 10,2 litros de alcohol puro per cápita.

 
  La reducción de las tasas máximas de alcoholemia para conducir ha supuesto en otros países la disminución de los accidentes mortales en un 11 por 100.

Y si los efectos directos sobre la salud son perniciosos, su influencia en los accidentes está ya fuera de toda duda. Se estima que una de cada cinco muertes por causa del alcohol se relaciona con los accidentes de tráfico, lo que supone unos 4.000 fallecidos al año. Además, diversos estudios realizados apuntan a que la implicación del alcohol en los accidentes de circulación es muy alta: entre el 40 y 80 por 100 de los fallecidos presentaba alcoholemias superiores a 0,5 grs/l. de sangre.

 
 
BEBER: ¿DONDE ESTA EL LIMITE?
Cuadro representativo de la tasa de alcoholemia en hombres y mujeres.

 
 

La fiabilidad está en el aire:

Existe una equivalencia conocida entre el alcohol en sangre y en aire espirado (1:2.300, que se redondea a 1:2.000, más favorable para el interesado). Por ello, las policías de todo el mundo efectúan los controles de alcoholemia mediante alcoholímetros de precisión, un método mucho más ágil y práctico que permite conocer al momento la concentración de alcohol en sangre con sólo soplar.

La reducción de las tasas se ha acordado siguiendo las conclusiones y recomendaciones de un informe elaborado por un grupo de expertos e investigadores encargado por el Consejo Superior de Tráfico y Seguridad de la Circulación Vial para estudiar la situación legal y la repercusión del alcohol en los accidentes. En todo caso, se trata de unos límites que la mayoría acepta bien: distintos sondeos han demostrado que nuestra sociedad se muestra partidaria de medidas ­controles policiales, sanciones más severas, reducción de los límites, etc.­ que impidan conducir bebido; para el 91 por 100 de las personas, el alcohol es la primera causa que desencadena los accidentes de tráfico, seguida de la velocidad.

Se trata de una apreciación que se ha venido constatando en diversos estudios. De acuerdo con el citado informe del grupo de expertos, aunque la evidencia científica de la relación alcohol/accidentes se remonta a los años treinta, el primer gran estudio realizado por Robert F. Borkenstein en 1964 demostró que los conductores que presentaban una alcoholemia de 0,5 grs/l. tenían casi el doble de probabilidad de sufrir un accidente.

Sin embargo, señala Juan Carlos González Luque, uno de los expertos que han participado en la elaboración del informe, el riesgo de sufrir un accidente asociado al alcohol no depende exclusivamente de la cantidad ingerida, sino que "los conductores inexpertos y los que beben de manera esporádica aumentan el riesgo de accidente a partir de niveles más bajos que la población general; además, cuando se tiene poca experiencia, no sólo con el volante sino con los propios efectos del alcohol, faltan recursos para solucionar cualquier contingencia".

Según el informe, los jóvenes, por la confluencia de otros factores, también presentan mayor riesgo de resultar implicados. De hecho, por debajo de los 18 años, el riesgo relativo de sufrir un accidente mortal en quienes tienen una alcoholemia mayor de 0,8 grs/l. es más de 150 veces superior a quienes no han bebido nada. Aunque es cierto que los conductores entre 16 y 20 años tienen mayor probabilidad de estar implicados en accidentes mortales incluso sin haber bebido, el riesgo crece más rápidamente que en otras edades cuando se incrementa la tasa de alcoholemia.

 
 

De la copa a la sangre:

El alcohol se absorbe en el estómago, principalmente en el intestino delgado, atraviesa sus paredes y pasa a la sangre. La rapidez del proceso depende de la presencia de alimentos en el estómago, de la cantidad de alcohol, del tipo de bebida, del peso y del sexo.

Aunque el nivel máximo de alcohol en sangre se alcanza entre los 30 y 90 minutos, con el estómago vacío pasa más cantidad de alcohol a la sangre y más rápidamente (en 15 minutos se habrá absorbido casi el 50 por 100). Cuando hay alimentos, la difusión del alcohol es menor y más lenta, sobre todo si son ricos en grasas.

Aunque la velocidad de difusión y el grado de impregnación alcohólica aumentan proporcionalmente con la cantidad de bebida y su graduación, hay excepciones: algunas con mucho grado hacen más largo el proceso (por efecto de la contracción pilórica), mientras que las bebidas carbónicas lo aceleran. Cuanto más deprisa se ingiera la bebida, mayor es la velocidad de difusión y la cantidad de alcohol que pasa a la sangre.

Para una cantidad determinada de alcohol, su concentración en los tejidos dependerá del peso y del sexo. La mujer, por su menor peso y por la menor actividad de una enzima de la mucosa gástrica, alcanza mayores niveles de alcohol en sangre que el hombre.

¿En cuanto tiempo desaparece la borrachera? Por regla general, cada hora se metaboliza una media de 0,12 grs/l.

Además, se ha demostrado que el alcohol se encuentra con frecuencia en conductores o peatones implicados en accidentes de circulación, especialmente en los más graves: el número de conductores con alcoholemia superior a 0,5 grs/l. fallecidos era cinco veces superior al de los ilesos.

 
 
10 INFRACCIONES DEL ALCOHOL MAS FRECUENTES (CUADRO)

Todo apunta a considerar que en el accidente relacionado con el alcohol confluyen elementos de riesgo que lo hacen más lesivo. Se trata de un accidente con mayor predominio de conductores varones y jóvenes, más frecuente en horas de madrugada, mayoritariamente con sólo un vehículo implicado (salidas de la carretera y vuelcos) y cuyos ocupantes hacen menos uso del cinturón de seguridad que en otro tipo de accidente.

Según el doctor González Luque, en la actualidad todos los expertos están de acuerdo en que el alcohol aumenta la lesividad por tres razones: porque modifica el comportamiento del conductor y lo hace más arriesgado, porque altera negativamente sus capacidades y por su peor respuesta al trauma. Así, si situamos a dos personas ante el mismo accidente, el que ha bebido tiene casi cuatro veces más riesgo de sufrir lesiones mortales. Esto se debe a que la respuesta natural del organismo al trauma es diferente: el alcohol deprime el sistema inmunológico, reduce la regeneración de las células y el riesgo de infección aumenta considerablemente. Y esto afecta en mayor medida tanto a las personas con alcoholemias crónicas como a las que presentan estados agudos.

 
 

Lo que debe saber sobre controles de alcoholemia:

¿A quién se le puede efectuar un control de alcoholemia?

  • A cualquier usuario de la vía, sea conductor o peatón.
  • ¿Quién puede efectuar controles de alcoholemia?

  • Los Agentes de la Autoridad.
  • ¿Cómo pueden ser los controles?

  • De carácter preventivo, a cualquier conductor elegido de forma aleatoria.
  • A quienes presenten síntomas, por su actuación o manifestaciones, de conducir bajos los efectos del alcohol.
  • Con motivo de haber cometido algún tipo de infracción a las normas de circulación.
  • Tras haber sufrido un accidente.
  • ¿Qué pasa si me niego a someterme a la prueba?

    En primer lugar, los Agentes de la Autoridad procederán a inmovilizar el vehículo y pondrán al conductor a disposición del Juez de Instrucción. La negativa a someterse a la prueba, está considerada como desobediencia grave y se contempla la pena de prisión..

    Si el Juez falla a mi favor, ¿termina todo?

    Si a pesar de estar acreditada la negativa a someterse a la prueba, el proceso penal terminase con una declaración de falta de responsabilidad penal, las autoridades administrativas iniciarían el correspondiente expediente que contempla una sanción. y la suspensión del Permiso de Conducción por un período de hasta 6 meses.

    ¿Y si me someto a la prueba y da positivo?

    El simple hecho de superar la tasa permitida de alcoholemia supone una infracción administrativa calificada como "muy grave", que contempla una sanción  y la suspensión del Permiso de Conducción por un período de hasta 6 meses. Si, además, el conductor presenta síntomas de estar bajo la influencia del alcohol, el agente inmovilizará el coche (salvo que otra persona pueda hacerse cargo de él) y presentará las actuaciones ante el Juzgado.

    ¿Cuáles son mis derechos?

    Si en la prueba con un alcoholímetro de precisión superase la tasa máxima permitida, el conductor tiene derecho a una segunda prueba después de que hayan transcurrido 10 minutos desde la primera. Si el resultado siguiera siendo positivo, el conductor puede exigir una prueba de contraste a través de un análisis de sangre o de orina. Los costos de la prueba correrán a cargo del conductor si el resultado de la alcoholemia es positiva; o de la Administración, si el contraste es negativo.

    Cómo actúa:

    El alcohol es, sobre todo, tóxico para el sistema nervioso y ejerce un efecto adormecedor sobre sus funciones, aunque se manifiesta primero como excitante y, después como sedante. Esto da lugar a una serie de alteraciones que tienen lugar en cuatro fases: euforia, alteraciones en la conducta, somnolencia y riesgo de coma.
      Los conductores inexpertos y los que beben de manera esporádica aumentan el riesgo de accidente a partir de niveles más bajos que los demás.

    En la primera fase se produce una depresión de los centros nerviosos superiores que da lugar a una disminución de los mecanismos inhibitorios de control y se manifiesta por un estado de excitación y euforia. De no seguir bebiendo, no se superaría de esta fase. Aunque es difícil que alguien desde fuera pueda detectarlo, la respuesta ante los estímulos sensoriales es más lenta y comienzan a producirse ciertas alteraciones, fundamentalmente visuales: disminución de la agudeza visual ­sobre todo al amanecer o anochecer­, dificultad para apreciar velocidades y distancias y en la percepción del tráfico ­sobre todo en curvas e intersecciones­ y oscilaciones en los globos oculares ­movimiento de la imagen­. La sintomatología descrita puede aparecer con alcoholemias relativamente bajas (0,3 grs/l).
     

    Bebedores al estilo nórdico:

    -El hábito de consumo de alcohol en los adolescentes y jóvenes españoles se encuadra en el llamado "modelo nórdico", cuyas principales características son:

    -Inicio del consumo a edad temprana.

    -Consumo de fin de semana.

    -Se bebe por la tarde/noche, fuera del entorno familiar.

    -Se consume principalmente cerveza, pero cada vez más bebidas destiladas en combinados.

    -Aunque ha aumentado el porcentaje de abstemios en los jóvenes, la cantidad que consumen los que beben es notablemente mayor.

    -¿Por qué beben? Para mejorar la comunicación con los demás, por evasión, en las celebraciones y fiestas, para integrarse en el grupo, para afirmar la virilidad o demostrar la liberación y derecho a la igualdad, así como por el propio placer de beber. Están apareciendo nuevas motivaciones como la búsqueda de los efectos psicoactivos del alcohol.

    La segunda fase se caracteriza por la anulación de la acción inhibidora de los centros superiores, que da lugar a una alteración de la conducta; se produce una liberación de los impulsos primitivos que puede traducirse en irritación y agresividad. El tiempo de reacción se alarga, se detectan problemas de motricidad y se producen ligeras alteraciones de la palabra y de los movimientos más finos de los dedos.

    Sueño irrestible:

    En la tercera fase se hacen notorios los síntomas narcóticos del alcohol, afecta a las funciones sensitivas y motoras y da lugar a una irresistible somnolencia. No es raro que el sujeto provoque escándalos y mantenga una actitud de desobediencia y, en general, de abandono de las obligaciones.
     

    Clinton anuncia una nueva "Ley Seca":

    El presidente de EE. UU., Bill Clinton, ha anunciado que pedirá al Congreso la aprobación de una ley que penalice severamente a todos los conductores que beben y cogen el volante. "Ya se lo dijimos a los jóvenes: si antes de conducir te bebes una cerveza, un vino o una copa de algo, pierdes tu permiso de conducir", señaló Clinton, recordando que, desde 1995, es ilegal que los menores de 21 años conduzcan si han bebido cualquier cantidad de alcohol.

    La alarma ha saltado tras la publicación de un informe que estima que 46,5 millones de conductores, sobre todo jóvenes, consumieron en 1996 alcohol, drogas o ambas sustancias, momentos antes de ponerse al volante. La cifra de estadounidenses muertos el pasado año en accidentes relacionados con el alcohol se aproxima a los 16.000, además de un millón de heridos y un coste social de 45.000 millones de dólares.

    En función de la cantidad de bebida ingerida, en la última fase se podría producir una anulación de las funciones sensitivas y motoras. El sujeto puede entrar en coma, del que puede recuperarse poco a poco en 8 ó 10 horas. Pero si el coma se prolonga más de 10 horas, puede terminar en parada respiratoria.

    Aunque son conocidos comportamientos de agresividad, euforia, falsa seguridad y temeridad, se maneja la teoría de que el deterioro por alcohol que mayor incidencia tiene en la seguridad es el que se deriva de situaciones imprevistas en emergencias, puesto que el conductor necesita más tiempo de reacción y ejecuta maniobras tardías e inapropiadas. Además, entre las alteraciones del comportamiento, conviene subrayar la disminución en la percepción del riesgo y el falso sentimiento subjetivo de mayor capacidad y destreza.

     
     
    ALCOHOLEMIA: Efectos y riesgo (CUADRO)

    La reducción de las tasas de alcoholemia y el incremento de los controles en carretera pueden ser un paso tan importante como inútil si cada conductor no es capaz de comprender que en los hábitos de diversión no puede mezclar el alcohol y el volante.