LA VELOCIDAD COMO FACTOR DE RIESGO.

Ing. Héctor F. Bruno

Son varios los efectos que resultan de circular a velocidades superiores a las permitidas o inadecuadas para las condiciones del camino o la concentración del transito en ese momento, pero de ellos destacamos tres que corresponden al caso y que intervienen con mayor protagonismo

I- Aumento de la energía cinética

II- Acción de las deceleraciones sobre los ocupantes del automotor.

III- Limitaciones mecánicas y operativas de las personas (tiempos de reacción)

I- El aumento de la energía cinética.

La energía cinética del vehículo aumenta en función del cuadrado de la velocidad, y produce efectos indeseados sobre el comportamiento de los componentes de seguridad del automotor, tanto activos (frenos) como pasivos (sujeciones, refuerzos y componentes de deformación controlada)

Se convierte también en factor con efectos letales sobre la capacidad de resistencia mecánica del ser humano.

Los vehículos de última generación vienen provistos de sofisticados componentes mecánicos y electrónicos para proteger a sus ocupantes, pero todos ellos pueden resultar insuficientes para cumplir la misión a que fueron destinadas si se superan los limites de velocidad para los que fueron diseñados.

El mas elemental criterio, por encima de especulaciones de carácter científico, nos permite advertir que, cuanto mayor es la velocidad, mayores son las deformaciones y daños provocados por las colisiones y más agresivo el efecto sobre los elementos de seguridad pasivos con que los vehículos vienen provistos.

En condiciones extremas, las estructuras resistentes laterales resultan insuficientes para proteger a los ocupantes del vehículo. Los propios sistemas de contención pueden tener efectos indeseados cuando interaccionan con un cuerpo violentamente decelerado.

Tal es el caso de las lesiones de que dan cuenta las crónicas especializadas, provocadas por los cinturones de seguridad y las bolsas de aire (air bags), especialmente en el caso de niños.

En cuanto a las protecciones o defensas activas (sistema de frenos), si bien el sentido común nos orienta a pensar que cuanto mayor es la velocidad más dificultoso resulta detener el vehículo, es importante tener una noción clara y precisa de las magnitudes a que nos referimos.

El gráfico que sigue muestra las distancias necesarias para detener totalmente un automóvil de pasajeros, considerando los tiempos de reacción de su conductor y la energía de frenado necesaria para decelerarlo hasta su completo reposo.

Se refiere a distancias de frenado con un sistema en buen estado, sobre una calzada firme y seca.Advierta el lector que un automóvil circulando a 80 kph. necesite de una distancia total de 64 metros para detenerse totalmente, la que se extiende hasta los 116 metros cuando la velocidad es de 120 kph.

En buen romance, la tabla nos informa que se recorren 116 metros (mas de una cuadra) desde el momento en que el conductor advierte el peligro y aplica los frenos hasta que el vehículo se detiene totalmente.

Sin entrar en tecnicismos, aclaramos que el gráfico ha sido trazado para un tiempo de reacción de 1.5 segundos y un coeficiente de roce neumatico-calzada de 0.85. Naturalmente, las magnitudes expuestas aumentan significativamente si el pavimento esta mojado o resbaloso (lluvia, barro, nieve, manchas de aceite, etc.).

Si bien el tratamiento del tema de las lesiones en el ser humano corresponde a los profesionales de la medicina, debe mencionarse que los efectos de la velocidad sobre sus tejidos estructurales y blandos pueden analizarse y entenderse desde el punto de vista mecánico. Ese efecto tiene distintos alcances según se trate de las zonas del cuerpo o las edades.

La gravedad de las fracturas y lesiones internas por golpes aumenta en relación directa con la velocidad del impacto recibido.

La resistencia mecánica del cráneo es menor que la de otras formas óseas. Las estructuras resistentes de un niño no tienen el grado de desarrollo de un adulto joven, en pleno vigor.

Finalmente, sumemos a los efectos ya vistos, los daños provocados por vehículos fuera de control sobre los objetos fijos contra las que impactan (edificios y automotores estacionados) que, como hemos visto, aumentan con el cuadrado de la velocidad.

II Las deceleraciones

Una persona que, en condiciones normales, pesa 75 Kg., pasa a comportarse como un peso de 3750 Kg. cuando decelera a 50g. Las estructuras óseas y musculares del sujeto no están capacidad para controlar esos valores y sobrevienen las fracturas óseas y la destrucción de los tejidos.

Las partes blandas sufren los efectos de las altas deceleraciones resultantes de una colisión. Son varios los tratados que hacen referencia, por ej., a los limites del soporte del cerebro humano a las violentes deceleraciones a que resulta sometido en un choque frontal o un choque contra una barrera fija.

Toda deceleración mayor de 50g , valor que resulta igualado o superado en la mayoría de las colisiones a que se hace referencia mas arriba, produce daños irreversibles en aquel órgano.

Debemos tener también presente que, en condiciones de altas deceleraciones, los mecanismos de sujeción y protección de que disponemos pueden verse superados en su resistencia y afectadas sus funciones por las energías que se ponen en juego en esas circunstancias.

III - Las limitaciones mecánicas de las personas. Sus tiempos de reacción.

Pasemos a analizar los limites de velocidades de reacción propios del ser humano y, consecuentemente, la reducción de grados de libertad en los actos del conductor y de quienes se convierten en sus potenciales víctimas.

Digamos que esos grados de libertad son sus tiempos de reacción y posesión del dominio de su automóvil, dentro de las distancias y tiempos de que dispone cuando enfrenta un riesgo.

Existe una relación tiempo/velocidad/distancia que no puede ser modificada por la voluntad del conductor, quedando establecida rígidamente por las reglas de la mecánica.

Tanto el conductor del vehículo que circula a altas velocidades como quienes pueden ser sus potenciales víctimas (otros automovilistas, ciclistas o peatones) se ven limitados por sus tiempos de reacción, totalmente insuficientes para reaccionar o tomar acción cuando se encuentra en condiciones limite de velocidades de desplazamiento.

Los resultados de numerosas pruebas realizadas indican que una unidad conductor-vehículo requiere de 1,2 a 1.5 segundos para que se inicie la aplicación de los frenos, a partir de la percepción del riesgo. Ese tiempo es el limite promedio inferior.

Hemos visto en el apartado sobre energía cinética las relaciones o pares velocidad/distancia, para un tiempo standard de reacción de 1.5 segundos del sistema conductor-vehículo. En dicho gráfico se pueden visualizar las distancias recorridas durante el tiempo de reacción.

Una lectura más detallada nos muestra que un vehículo circulando a 80 kph recorre 33 metros en el tiempo que su conductor tarda en reaccionar y 50 metros si el auto circula a 120 kph, es decir media cuadra, antes que su conductor apriete el pedal de freno. Un niño que se cruce sorpresivamente atrás de una pelota se convierte en una víctima insalvable.

Limitaciones de quienes están en el paso del vehículo que circula a alta velocidad.

Así como el conductor tiene limites de tiempo en sus reacciones, lo mismo ocurre con quienes se encuentran en el paso del vehículo y observan sus desplazamientos.

Si se trata de un peatón, cualquiera sea su edad, puede no disponer del tiempo suficiente para apartarse del vehículo que se acerca y, muy probablemente, quedará inmovilizado, esperando el impacto, sin tiempo a razonar que la fatalidad lo ha elegido como víctima.

De la misma manera, es difícil que un conductor que se encuentra, imprevistamente, con otro vehículo que viene hacia él a gran velocidad, pueda reacciona a tiempo, y terminará siendo víctima de un manejo descontrolado, al que es ajeno.

Palabras finales

No escapa al criterio del menos avisado que manejar a velocidades permitidas o inferiores a ellas, resulta ser una conducta beneficiosa para nuestra salud y nuestro bolsillo, así como las de los que comparten con nosotros la calzada. Es un acto de sentido común, de prudencia y mesura, de protección natural.

Afortunadamente, una significativa proporción de los habitantes son respetuosos de las normas y prudentes en su comportamiento, aunque siempre están presentes quienes se destacan por su manejo temerario, renuentes a entender y aceptar las reglas del juego.

El accidente es un hecho inesperado e indeseado. Ya sabe sobradamente el lector que, siempre, será tomado por sorpresa.

De allí que al circular a velocidad permitida, el conductor y sus acompañantes (su familia, generalmente) están en mejores condiciones para enfrentar un suceso dañoso que sucederá cuando menos lo espera. Y es importante recordar los efectos destructivos que las fatalidades y las lesiones graves provocan en las víctimas y sus familias.

Al mismo tiempo es un acto de respeto a los demás, en la medida en que nos lleva a compartir los lugares comunes en forma civilizada.

Conductor o conductora, no corra. Su familia lo espera .

 

GLOSARIO

50g: En el lenguaje técnico se suelen expresar las aceleraciones o deceleraciones de un cuerpo en movimiento como múltiplos o fracciones de la aceleración de la gravedad, que se identifica con la letra "G " o "g", y tiene una magnitud de 9.81 m/seg2 para nuestra latitud. En el ejemplo, la expresión 50g expresa una deceleración equivalente a 50 veces la gravedad de la Tierra.

Deceleración: En un cuerpo en movimiento expresa la disminución de su velocidad. Lo contrario de aceleración.

Energía cinética: Es la cantidad de trabajo que un cuerpo es capaz de entregar como resultado de su velocidad.

Letal: Mortífero, mortal.

Letalidad: Condición de letal.